Los mercados emergentes se han consolidado como piezas clave en la configuración del panorama económico y financiero global en 2025. A pesar de un contexto internacional marcado por elevada volatilidad y desafíos geopolíticos, estas economías destacan por su resiliencia y capacidad para adaptarse a condiciones cambiantes. En este artículo se analiza la fortaleza de los mercados emergentes frente a la volatilidad global y se examinan las políticas exitosas que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), han sido decisivas para su recuperación y crecimiento.
Resiliencia frente a la volatilidad global
El informe de Estabilidad Financiera Global del FMI publicado en octubre de 2025 señala que, en contraste con episodios anteriores de aversión al riesgo, los mercados emergentes han soportado mejor los choques recientes. La menor intensidad en las salidas de capital, la estabilidad en los costos de endeudamiento y el control más efectivo de la inflación explican este mejor desempeño relativo.
Esta resiliencia también ha sido favorecida por un entorno macroeconómico más benigno, con políticas monetarias internacionales que se han ido flexibilizando tras los ajustes agresivos de años previos. En este contexto, el crecimiento del PIB en economías emergentes se proyecta alrededor del 4,1% para 2025, superando al 1,6% de países desarrollados. Asia emergente —liderada por India, Taiwán y Corea del Sur— continúa siendo el motor principal de esta expansión, con tasas de crecimiento particulares para India de hasta el 6,8%.
Políticas exitosas según el FMI
El estudio del FMI enfatiza que no solo la suerte o las condiciones externas favorables han respaldado esta fortaleza, sino que las políticas internas han jugado un papel fundamental. Entre las estrategias clave destacan:
- Políticas de control de la inflación: La credibilidad de las autoridades monetarias ha mejorado, con bancos centrales más independientes y sistemas sólidos de metas de inflación que han estabilizado precios al consumidor.
- Regímenes cambiarios más robustos: Muchas economías emergentes han fortalecido sus sistemas cambiarios para reducir la vulnerabilidad ante shocks externos y mitigar la volatilidad abrupta en sus mercados financieros.
- Política fiscal prudente: Se han implementado límites fiscales estrictos para preservar la sostenibilidad de la deuda pública, lo que se traduce en menores riesgos de impago y confianza inversora.
- Mercados locales de deuda más profundos: El desarrollo de bonos soberanos en moneda local ha permitido a estos países financiarse con mayor estabilidad y menor dependencia de flujos externos en dólares, reduciendo el impacto de depreciaciones cambiarias.
Estas políticas ayudaron a muchos mercados emergentes a amortiguar los efectos de choques globales como la pandemia de COVID-19 y la crisis derivada de la invasión de Ucrania en 2022, escenarios que en el pasado habrían significado crisis profundas en estos países.

Fortalezas estructurales que sustentan el crecimiento
Más allá del corto plazo, varios factores estructurales contribuyen a la fortaleza de los mercados emergentes:
- Demografía favorable: Países como India, México e Indonesia cuentan con poblaciones jóvenes y en crecimiento, a diferencia de muchas economías avanzadas con pirámides poblacionales invertidas. Esto genera una base amplia para la fuerza laboral, el consumo y la innovación.
- Integración regional: Las zonas emergentes priorizan cada vez más la integración comercial y financiera regional, fortaleciendo cadenas de suministro y reduciendo la dependencia de mercados distantes o geopolíticamente sensibles.
- Innovación y diversificación productiva: La apuesta por sectores estratégicos como la tecnología, energías renovables, manufactura avanzada y farmacéutica impulsan la competitividad y ofrecen retornos atractivos.
- Múltiplos de valoración atractivos: Aunque los mercados emergentes han tenido buenas rentabilidades, sus múltiplos de valoración son generalmente inferiores a los de mercados desarrollados, lo que los pone en posición ventajosa para captar inversión.
Desafíos y riesgos persistentes
Pese a la mejora, los mercados emergentes siguen enfrentando importantes retos. La fragmentación del comercio global, el proteccionismo, tensiones geopolíticas y la incertidumbre en ámbitos regulatorios figuran como vulnerabilidades clave. Además, el riesgo climático y la necesidad de avanzar en la sostenibilidad impactan directamente en la planificación y financiación de proyectos.
En algunos casos, la elevada dependencia de materias primas sigue generando sensibilidad a choques en precios, mientras la volatilidad en los mercados financieros globales puede afectar la percepción de riesgo y el sentimiento inversor.
Implicaciones para inversores y carteras
La resiliencia mostrada y las políticas exitosas aplicadas hacen que los mercados emergentes mantengan una posición atractiva dentro de carteras equilibradas. Para los inversores con horizonte medio y largo plazo, la diversificación en estos activos puede aportar crecimiento diferencial y reducción del riesgo global gracias a la baja correlación con activos tradicionales de economías desarrolladas.
Los fondos y ETFs enfocados en regiones asiáticas, América Latina y África emergente están incrementando su popularidad, apoyados en los pronósticos de crecimiento y reformas estructurales. No obstante, se recomienda un análisis activo, debido a la heterogeneidad entre países y la volatilidad que aún puede experimentarse.
Conclusión
Los mercados emergentes atraviesan en 2025 un momento de fortaleza y optimismo matizado, impulsado por políticas monetarias y fiscales sólidas, sistemas cambiarios robustos y una demografía favorable. El FMI destaca que estas mejoras han permitido una mayor resiliencia ante la volatilidad global y posicionan a estos países como vectores importantes de crecimiento mundial.
No obstante, los riesgos no han desaparecido y exigen atención constante. Para los gestores y ahorradores, la clave está en entender estas dinámicas y estructurar carteras eficientes que incluyan exposición diversificada a mercados emergentes, combinando crecimiento, estabilidad y protección ante incertidumbres globales.
Este equilibrio, apoyado en buenas políticas públicas y la evolución social y tecnológica, refleja el dominio creciente que los mercados emergentes están ganando en la economía mundial, marcando el paso hacia una nueva era de oportunidades y desafíos globales.
